Mural Número 1, 2006
Con la incorporación de la pieza de Albert Oehlen Mural Número 1, 2006, el CEMFAC ha dado un paso muy importante en su empeño por transvasar fronteras y dotar a la ciudad de Los Llanos de Aridane de un patrimonio artístico contemporáneo de primera fila, y no sólo del panorama artístico canario o nacional, sino internacional, al contar con uno de los artistas alemanes más influyentes y de mayor proyección internacional del momento. Hijo de un diseñador gráfico y dibujante de cómics, comenzó su andadura artística a principios de los años 80 como líder del grupo de artistas de Hamburgo encuadrados en la línea neoexpresionista, junto con artistas tan importantes como Immendorff, Baselitz o Kippenberger, entre otros. Posee una evolución sorprendente desde la figuración pictórica de sus inicios, ligada al “retorno a la pintura de los ochenta” hasta su producción actual con la utilización de la imagen digital.
La producción de Oehlen se caracteriza por el impetuoso uso del color, de manera intencionada, combinando colores disonantes y formas extrañas, además de dar a sus obras, a priori, el aspecto de inacabadas; desfigura la pintura abstracta, destroza sus reglas con la intención de descubrir sus mecanismos de funcionamiento. El exceso y la complacencia marcan un estilo definido por él mismo de esta manera:
Nos resistimos a negar la dependencia directa y la responsabilidad del arte con la realidad y, por otro lado, no creemos que el arte tal como lo conocemos tenga ninguna oportunidad de producir un efecto, así que sólo queda una posibilidad: el fracaso.
Se dice abiertamente de este creador que es radicalmente posmoderno e iconoclasta, un enfant terrible de la plástica alemana de las últimas décadas, que ejecuta una renovada abstracción, utilizando la consagrada técnica del ensamblaje y de los programas informáticos de tratamiento de imágenes.
En Mural Número 1, 2006 muestra una visión caótica del mundo, un enfoque al revés; mezcla un nuevo concepto de abstracción, vinculado al mundo de la automatización y computación, y de un particular movimiento surrealista. Esta singular pieza aparece como un collage velado, donde el color y las nieblas, transparencias y veladuras, tratan de ocultar una historia que se insinúa, pero no se explica, donde se entrevé una realidad escondida y donde son los “impulsos vitales”, los que empujan y envisten al espectador a escudriñar en este confuso e impreciso mundo. Debajo de esas veladuras hay una figura femenina llorando (nos recuerda a una muñeca barbie), en una posición imposible, un revólver y órganos, aparentemente humanos, diseccionados, que el artista plasma con el firme deseo de que interactúe con el espectador. A simple vista parece una pintura distante y gestual, pero nada más lejos de la realidad, es tremendamente especulativa y racional. Aquí radica uno de los mayores atractivos de Oehlen: “evita cualquier significado evidente, pero siempre ofrece su punto de vista”. Así, podemos deambular en un macrocosmos que debemos descubrir y desenmarañar para entender, o hacernos ver, el cotidiano mundo al revés en el que vivimos y del cual somos partícipes de lo que en el acontece.
Autor: Albert Oehlen
Técnica: Acrílico sobre tabla
Superficie: 38 m²
Instalación: Abril, 2006
Ubicación: Calle Real, 29 (pared oeste)
«La contemporaneidad que supone el empleo de las técnicas infográficas al servicio del arte contribuye aquí a intensificar el juego de equívocos entre lo real y lo imaginado que subyace en la obra. Basada en el tópico del mundo al revés, se ponen de relieve los fantasmas sociales de la cultura occidental, materializados en lo que podríamos denominar «impulsos vitales», tangibles en la visualización de órganos diseccionados, un revólver invertido o una muñeca, ser inerte revitalizado por la herida de una lágrima».
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ALBERT OEHLENAÑO:
2006UBICACIÓN:
Calle Real, 29 (pared oeste)Date:
12 de enero de 2022