Si la intervención artística “convencional” en el espacio público siempre genera controversia en el espacio público entre la ciudadanía porque nos afecta en nuestro ámbito más cercano y genera cambios en la ciudad, el grafiti goza de injustas connotaciones negativas entre la sociedad al verse como acciones vandálicas por parte de los sectores más jóvenes o antisistema. Pero sorprende la aceptación que ha alcanzado el arte urbano en una isla y una ciudad media que, a priori, se encuentra muy lejos de las grandes escenas en las que se ha generado el movimiento grafitero.
El escritor bilbaíno Okiman, afincado en La Palma desde hace años, empleando una exultante gama de colores y su característico estilo fresco y desenfadado, pinta un homenaje a la cultura grafitera más genuina y pura con la que confiere una nueva vida a un espacio funcional y anodino desprovisto hasta el momento de cualquier rasgo de singularidad y belleza. Transitar por estas escalera se convierte en un ejercicio de inmersión artística para el vecino y el viandante, que se torna en parte y protagonista de la obra donde, en palabras del artista “la gente se da cuenta de que se vive mejor con el color”; además aclara “desde mi punto de vista no creo que sea ofensivo pintar en un espacio público que está degradado, porque siempre se mejorará la imagen de ese lugar”. Un degradado y ascendente arcoíris cromático, con figuraciones que tienen que ver con realidades y vivencias personales, se derrama por paredes y suelos con la connivencia de los habitantes de este entramado urbano.
Autor: OkiMan – Erico Carmona (Bilbao, 1981) Técnica: Pintura sintética y plástica sobre muro Superficie: Medidas variables Ejecución: 2017 Ubicación: Escaleras acceso entre C/ Echedey y C/ Princesa Dácil